lunes, 27 de enero de 2014

Mi opinión contra la del cliente:

Cuando nuestro modeló de negocio está vinculado al mundo del servicio y diariamente debemos tratar con personas, mas allá del reto que tenemos de convencerlo de que nuestro servicio es el mejor y se adapta a lo que busca, también tendremos que gestionar nuestras opiniones, las cuales muchas veces no coincidirán con las del cliente.


Soy fiel seguidor de la idea de que más que una relación comercial se debe establecer con el cliente un vínculo de amistad, una amistad comercial por decirlo de alguna manera y separarlo de la amistad personal.



Esta amistad comercial nos deberá llevar a compartir anécdotas y experiencias con nuestros clientes, que sí logramos nuestro cometido ellos también compartirán las suyas, lo que nos puede llevar en muchas ocasiones a encontrarnos en conflicto con la incompatibilidad de pensamientos



Si llegáramos a ese punto, no podemos caer en un debate interminable con éste, debemos intentar omitir el tema y continuar hacia uno que sea más llevadero para ambas partes.



Si nos embarcamos en una discusión apartando la parte comercial y nos adentramos en lo personal, estaremos en un verdadero lío. 


Debemos aprender a trabajar nuestra personalidad y moldearla hacia un término medio frente al cliente, sin apartarnos nunca de lo que creemos y lo que somos como individuo ya que el olvidarlo puede interferir con nuestra personalidad .


Un punto medio frente al cliente será una actitud que nos puede favorecer. 



También es importante recordar que nunca podemos entrar en debates: políticos, económicos o religiosos, son temas tabú y sí llegásemos a tocarlos debemos inmediatamente salir sin dejar puertas abiertas, aún cuando el cliente lo tiente, porque puede ser una prueba de éste para medir nuestra paciencia y personalidad.

Foto de es.123rf.com

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